Ritmo circadiano

El concepto de calidad de vida alude a una amplia variedad de situaciones valoradas muy positivamente o consideradas deseables para las personas o para las comunidades.

Existen ciertos factores que obviamente influyen en la percepción de la calidad de vida como la edad, la salud, el estatus social, etc., pero en última instancia la percepción de calidad de vida depende de la estimación del propio individuo.

Aunque no existe consenso sobre la definición de calidad de vida, dimensiones como la satisfacción subjetiva y el bienestar físico y psicológico constituyen factores esenciales en la mayoría de estas definiciones.

Uno de los factores que más contribuyen a alcanzar este estado de bienestar físico y psicológico es el sueño.

El sueño es una función biológica fundamental (basta sólo recordar que pasamos durmiendo aproximadamente un tercio de nuestra existencia).

El sueño es esencial en nuestras vidas y no sólo por la cantidad de tiempo que dedicamos a dormir sino también por la significación que atribuimos a una noche de descanso y el efecto que el sueño tiene en nuestra salud.

La investigación actual muestra cada vez con mayor fuerza empírica que existe una estrecha interrelación entre los procesos de sueño y el estado general de salud física y psicológica de una persona. (1, 2, 6)

La duración del sueño requerida para que una persona joven se sienta despierta y alerta durante el día es en promedio 7 a 8 horas, en un período de 24 horas. Las restricciones en el horario del sueño pueden conducir a privación parcial o total del sueño. (3)

La privación del sueño total se presenta si una persona no duerme, y sucede en situaciones agudas. La privación del sueño parcial está referida al sueño nocturno reducido o interrumpido, como es el caso del horario de trabajo de los médicos. (4, 5)

La pérdida del sueño es acumulativa, conduciendo al déficit de sueño. El efecto más obvio del déficit de sueño resulta en la tendencia a dormirse, lo cual se denomina somnolencia, y cuando esto sucede en circunstancias en las que la persona debería estar despierta, se denomina excesiva somnolencia diurna (ESD). (7)

La cantidad necesaria de sueño en el ser humano está condicionada por factores que dependen del organismo, del ambiente y del comportamiento. En la influencia de estos factores se aprecian variaciones considerables entre las personas. Así, hay personas que duermen cinco horas o menos, otros que precisan más de nueve horas para encontrarse bien y, por último, la gran mayoría que duerme un promedio de siete a ocho horas.

Por tanto, podemos hablar de tres tipos de patrones de sueño: patrón de sueño corto, patrón de sueño largo y patrón de sueño intermedio, respectivamente.

A éstos puede añadirse un cuarto grupo de sujetos con patrón de sueño variable, que se caracterizaría por la inconsistencia de sus hábitos de sueño.

Independientemente de la cantidad de sueño, los sujetos pueden clasificarse en patrones de sueño que se diferencian principalmente por la calidad del dormir.

De esta manera, hablamos de personas con patrón de sueño eficiente o de buena calidad y de personas con sueño no eficiente o de pobre calidad.

Los principales factores que causan excesiva somnolencia diurna son el déficit de sueño, pobre calidad del sueño (CS), disrupción del ritmo circadiano y uso de algunos medicamentos.

Una buena calidad del sueño está referida no solo al hecho de dormir bien durante la noche, sino también a un buen funcionamiento durante la vigilia. (7)

Se está dando mucha importancia últimamente a las variaciones cronobiológicas normales, encontrándose sujetos cuyos períodos de mayor actividad y rendimiento son diurnos (“alondras”) y otros en los cuales dichos períodos son esencialmente nocturnos (“búhos”), encontrándose también un tercer tipo que no responde a ninguno de los patrones anteriores, serían un intermedio (colibríes).

La falta de adecuación de este ritmo biológico con el ritmo social puede ser un factor de alteración de la calidad del sueño y por ello de su calidad de vida. (8, 9)

Numerosos estudios epidemiológicos han puesto de manifiesto la elevada prevalencia de los trastornos del sueño en diferentes culturas y grupos de sujetos, estimándose que alrededor de un tercio de la población presentará algún tipo de disfunción del sueño a lo largo de su vida (3)

La privación de sueño tiene gran impacto sobre el estado de ánimo, el estado de alerta y algunas funciones cognitivas, y menor repercusión sobre el desempeño motor.

Se ha comparado el deterioro en el desempeño luego de un determinado número de horas en que la persona permanece despierta con el causado por el alcohol. Después de 17 h de vigilia se ha comunicado un deterioro en la coordinación mano-ojo similar al observado con una concentración de alcohol en sangre de 0,05 g/%. (7)

Esta privación aguda puede recuperarse en una noche subsiguiente, pero si esta deuda de sueño no se compensa surge un estado crónico.

La privación parcial crónica de sueño nocturno por motivos laborales, sociales, familiares etc, lleva a un síndrome caracterizado por excesiva somnolencia diurna que habitualmente se acompaña de una disminución de la capacidad para llevar a cabo tareas que impliquen atención sostenida y que pueden acompañarse de cambios del humor.

Según estudios realizados las sujetos mas vespertinos presentan peores resultados en la evaluación de la calidad del sueño y mayor somnolencia diurna. Puede interpretarse que estos sujetos encuentran más dificultad en adaptarse a horarios laborales y de estudio que los obligan a una mayor matutinidad que la que reclama su naturaleza cronobiológica.

Es importante que cada uno de nosotros pueda saber cuántas horas de sueño necesita, cuál es su cronotipo de sueño para optimizar su descanso y asi desarrollarse eficazmente en sus actividades diarias.

Lo invitamos a conocer su patrón de Ritmo circadiano a través del siguiente link 

Bibliografía

  1.  Sleep and Sleep Disorders in Older Adults, Kate Crowley, Neuropsychol Rev (2011) 21:41–53
  2. Sleep disorders in the elderly, Susan K. Roepke, Sonia Ancoli-Israel, Indian J Med Res 131, February 2010, pp 302-310
  3. THE INTERNATIONAL CLASSIFICATION OF SLEEP DISORDERS, REVISED Diagnostic and Coding Manual, American Academy of Sleep Medicine, 2001, U.S.A.
  4. Sleep loss in resident physicians: the cause of medical errors? Kramer M. Front Neurol. 2010 Oct 20;1:128.
  5. Shift work, sleep, and sleepiness – differences between shift schedules and systems by Sallinen M, Kecklund G Review Scand J Work Environ Health 2010;36(2):121-133 doi:10.5271/sjweh.2900
  6. Sleep Disorders in the Older Adult – A Mini-Review, Ariel B. Neikrug, Sonia Ancoli-Israel Department of Psychiatry, University of California, and SDSU/UCSD Joint Doctoral Program in Clinical Psychology, San Diego, Calif, USA. Gerontology 2010;56:181–189
  7. Cuadros de somnolencia excesiva. Encabo H En Micheli F, Nogues M, Asconape JJ, Fernandez Pardal MM y Biller J (Eds) Tratado de Neurología Clínica, Panamericana, Buenos Aires 2002;916-21.
  8. Chronobiological Disorders: Current and Prevalent Conditions, Lia R. A. Bittencourt, Rogerio Santos-Silva, Marco T. De Mello, Monica L. Andersen,  Sergio Tufik. J Occup Rehabil (2010) 20:21–32
  9. Sleep and Circadian Functioning: Critical Mechanisms in the Mood Disorders?, Allison G. Harvey, Department of Psychology, University of California. Annu. Rev. Clin. Psychol. 2011.7:297–319
  10. Aging in the Circadian System: Considerations for Health, Disease Prevention, and Longevity, Erin M. Gibson, Wilbur P. Williams III, and Lance J. Kriegsfeld, Exp Gerontol. 2009 ; 44(1-2): 51–56. doi:10.1016/j.exger.2008.05.007.
  11. “The Pharmacology of Sleep”, Kales, Springer Science, Berlin, 1995